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SE ADENTRA EN SU OBRA

CON “CARTAS DE AMOR Y REBELDÍA”, LA AUTORA ABONA UN TESTIMONIO DOCUMENTAL ENFOCADO EN SU VIDA Y OBRA PERIODÍSTICA

Por: Ricardo Solís

Lydia Cacho hace un ejercicio documental con el que alcanza una obra de calidad y edición en su curaduría. Se trata del libro “Cartas de amor y rebeldía”, en el que va de lo personal a lo profesional.

Catalogado por sus editores como “su libro más íntimo y revelador”, “Cartas de amor y rebeldía” (Debate, 2022), de la periodista Lydia Cacho, es un testimonio que se sustenta en documentos múltiples, un relato que va de lo personal a lo profesional, una oportunidad de comprender los momentos más importantes en una vida dedicada al periodismo.

En este sentido, la periodista reúne cuarenta y seis años que se registran en diarios, fotografías, cartas y memorabilia que conservó como si supiera que la vida la llevaría a ejercer una profesión con alto grado de compromiso y de riesgo; así, este libro significa un retrato de una existencia no exenta de pasiones, descubrimientos e indignación por vivir en un mundo injusto.

Una especie de abrigo

Ahora, en entrevista con EL INFORMADOR, Cacho refiere que “en todos mis libros periodísticos, mi editor ha sido Ariel Rosales, y después Cristóbal Pera, dos profesionales maravillosos que me cuestionan siempre y atendieron a muchas cosas, puntualmente, para lograr la calidad. Ahora, editar un libro como ‘Cartas de amor y rebeldía’ es diferente, se trata de elegir entre cartas y fragmentos de diarios, sola, completamente sola, en este departamento pequeño, muy consciente de la soledad, y con el zoom siento como si arrancaran un pedazo de mi alma; fue solitario, la vulnerabilidad absoluta, reunir los pequeños momentos que me hicieron una buena re- portera, cuando de adolescente descubres que este país es una porquería y que nadie merece eso. Fue sanador rescatar esa parte de mí que había olvidado un poco, saber que seguí de necia por donde quise ir; pero sé que respeté mi instinto, mi intuición”.

De esta forma, explica la autora sobre la escritura de este libro, “la simple escritura, reunir todo, me ayudó un poco a asimilar el exilio. Ahora estoy empezando de nuevo y, tal vez, este lo vivo como un primer libro. A mí me resulta difícil abandonar una vida que construí durante tantos años, perder todo eso y comenzar de nuevo en otra ciudad y a esta edad, es muy duro. Este libro ha sido una especie de abrigo, una cobija que me recuerda la vida que tengo detrás, que me protege y anima a seguir adelante”.

La perspectiva personal

Por otra parte, para Cacho es importante la perspectiva personal en el ejercicio periodístico, algo que “pensé mucho mientras hacía este libro, porque platiqué con mucho amigos al respecto, sobre todo periodistas con más años de carrera que yo, acerca de cómo hicieron para no volverse cínicos, como muchos que se convirtieron en opinadores y sólo se dedicaron a estar cerca del poder, cuando antes creyeron en un periodismo que hacía la diferencia. Creo que en esta revisión de quiénes somos y de dónde venimos, cómo construimos nuestra personalidad y visión del mundo, ahí radica la fortaleza del oficio a pesar de las condiciones en las que lo ejercemos”.

Y agrega la autora que “los reporteros y reporteras, los que pateamos la calle, no hacemos dinero. Sobrevivimos con nuestra carrera porque nuestra pasión y convicción son tremendas; algunos se venden, pero la manera de subsistir en esta profesión a pesar de las condiciones precarias tiene que ver con revisar por qué hacemos lo que hacemos lo que hacemos y cómo llegamos dónde estamos”.

Ejercicio de vulnerabilidad

Ahora bien, a pesar de ser muy conocida como escritora, Cacho asegura que “en la medida que el libro iba avanzando — porque fue muy difícil armar este rompecabezas, esta locura de tantas cartas, tantos diarios— yo no pensaba en los lectores. Pero llegó un momento en que hice una primera reflexión, y aunque contar toda mi vida (privada) implicaba exhibir mucho, también debí reconocer que la gente ha confiado en mí como reportera por muchos años, que hacen un ejercicio de vulnerabilidad para con nosotros como periodistas y, claro, este libro es asimismo un ejercicio de vulnerabilidad: esta soy yo, estos traumas, miedos y angustias me hicieron quien soy”.

En esta sintonía, la periodista destaca “que la mayoría de reporteros en México, quienes hacemos nuestra chamba todos los días, lo hacemos porque necesitamos tener la nota, somos incapaces de aceptar la mentira, omitir es no contar toda la historia y por eso es una necedad no ir en busca de la verdad; es algo que nos mantiene peleando ante una autoridad que pretende desacreditar a la prensa en general y a periodistas en particular”.

No es broma ni exceso

Con todo, para la autora es claro que “sin ética no hay manera de subsistir. Ahora que revisé este material (de cuando me iba convirtiendo en la reportera que soy), vi que tenía que ver con esa mezcla de necedad y terquedad, una obsesión por ciertos temas, por la verdad, pero también por la compasión y la vulnerabilidad, creo que todo eso junto se convierten en los valores o principios de un reportero y, sospecho, hacia allá debemos apuntar”.

De acuerdo con Cacho, algo que piensa “desde el exilio, cuando miro al país y todas esas batallas desgastantes, es cómo vamos a hacer para no darnos por vencidos ante esta andanada enorme de poder que quiere destruir el periodismo; porque eso desean, no es broma ni exceso, quieren que no haya buen periodismo, que la gente se dedique a opinar y de forma breve, a acomodarse y decir —por agotamiento emocional— que esto no tiene remedio y nada va a cambiar”.

Y eso, sostiene la periodista, “es una representación de lo que pasa en el mundo entero, un impulso a la aceptación de las medias verdades como hecho inalterable que no está en nuestras manos. Y la tarea del reportero es afirmar que, aunque no tenga el control de nada, a pesar de eso va a sacar la información sobre estas cuestiones, para que la gente sepa que si se entera, puede tener el control”.

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2022-05-22T07:00:00.0000000Z

2022-05-22T07:00:00.0000000Z

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